Ella estaba encerrada en la prision de cristal a la que la habían confinado hacia muchos años ya, con el propósito de mantenerla pura a los sentimientos humanos. El estaba perdido en una historia sin terminar, buscando a una princesa a la que no conocía poruqe esa parte del cuento aún no había sido escrita.
En su búsqueda, él encontro el palacio de cristal, ahí dentro estaba la princesa, la cual se dió cuenta de la llegada del otro, y sin más compañía, se pusieron a hablar cada uno de su razón de estar en tal situación.
Los días iban pasando uno a uno, las tardes permanecían siempre quietas acurrucando las dos suaves voces que se hablaban entre largos silencios provocados por aquellas escenas donde los dos se quedaban mirando a los ojos.
Inevitablemente, ambos acompañaron sus soledades con la del otro, sin darse cuenta, fueron haciéndose necesarios para el otro... y entonces; pasó lo que no debía haber sucedido nunca: Se enamoraron.
En un lugar donde se encuentran dos figuras olvidadas para el resto del mundo, las cuales no se han encontrado por causas del destino sino por una mera consecuencia del olvido de alguien más, esos dos personajes no pueden mas que conocer el dolor. Sin embargo, ellos no lo sabían y si lo sabían no les importó.
El príncipe siempre volvía a ver a su princesa, la princesa siempre permanecía esperándole en lo alto de la torre, al verle acercarse, bajaba a recibirle a la pared del jardín. Esos muros, transparentes como hielo, no permitían sentir siquiera el calor del otro, y olvidados ahí, los dos permanecían sin esperanza alguna de algún día poder abrazar al otro, y mientras más se amaban, más se lastimaban sus corazones...